domingo, 1 de febrero de 2009

Adiós.




Vamos caminando por esas calles de “la capital” después de que bajó el sol y sólo las luces en sus postes nos iluminan. De vez en cuando escuchamos música que viene de algún bar o una casa y nos quedamos sentados en un banco escuchando. Y hace frío, no sabemos bien qué hora es, pero seguimos caminando. Con el correr de los minutos nos damos cuenta que es tarde y bajamos a tomar el subte, me agarras fuerte de la mano, corremos como dos niños que van tras un carrito de dulces y subimos. Riéndonos a carcajadas y sin aliento buscamos dónde sentarnos hasta que encontramos un asiento perfecto. De repente comienzo a sentirme nerviosa, mis manos tiemblan y sudan, miro por la ventana para distraerme pero no veo más que oscuridad. Un escalofrío sube apresuradamente por mi espalda, una ráfaga de viento despeja mi cara de mi pelo y lo único que alcanzo a hacer es a agarrarte de la mano. Tan, pero tan fuerte que te asustás y me mirás, aunque yo no te mire se que me estás mirando, estás diciendo mi nombre, pero ya no puedo oírte, ni hablarte, ni sentirte…una luz enceguecedora se presenta ante mi, mis ojos se nublan..y lentamente se cierran.



Adiós.

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