domingo, 30 de agosto de 2009

Envy.




Cómo envidio a esas personas que pueden demostrar lo que sienten, que besan, abrazan, consuelan sin pensar, sólo porque tienen ganas de hacerlo.

Cómo envidio a las personas que aman con todo su corazón sin importar el tiempo y el lugar.


Cómo envidio a aquellos que siempre tienen una buena palabra de aliento o chiste para alegrarte el día.


Como envidio al que no puede estar solo y necesita estar siempre rodeado de gente.

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,
,
,
La envidia mata.

sábado, 22 de agosto de 2009

Alguna vez, de pronto, me despierto...



Alguna vez, de pronto, me despierto:
Un dolor me recorre tenazmente,
un dolor que está siempre, agazapado,
por saltar, desde adentro.
Entonces tengo miedo.
Entonces, me doy cuenta que estoy sola
frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo
lleno de mis imágenes,
de rostros polvorientos.

Estoy sola, pero siempre estoy sola:
Es lo único cierto.
El amor era un huésped,
la soledad es siempre el compañero
que permanece al lado, inconmovible.
Lo único seguro, verdadero.
Oigo mi corazón, vieja campana
que dobla y que golpea,
que rebota en las sienes y en la nuca
y en la boca y los dedos.
Es cierto, tengo miedo.
Miedo de no poder gritar, de pronto,
de que ya sea demasiado tarde
para un ruego.
La costumbre ahoga las palabras
y alarga el desencuentro.
Ah, tantas cosas quedarán ocultas,
perdidas, sin recuerdo,
tantas palabras que no fueron dichas,
tantos gestos.

Unos dirán: Yo sé, la he conocido,
fue una ardiente rebelde,
se desolló las manos y la vida
por defender los que creyó más débiles.
Otros dirán: Yo sé, la he conocido,
era dura, malévola,
avara de ternura, con la boca
mostraba su desprecio.
Alguien dirá: Y cómo sonreía...
Qué importa
lo que vendrá después del gran silencio.
Claro que tengo miedo.
Así, en la madrugada
mientras algún dolor -un dolor, siempre-
va hincando sus agujas en mi cuerpo,
abro las manos en la sombra dulce
para atrapar mi soledad, de nuevo,
y me quedo a su lado, sin moverme,
con los ojos abiertos
la vida detenida.
Toda mi sangre es un temor inmenso.

Julia Prilutzky.

jueves, 20 de agosto de 2009

Lorenzo y Teresita.


Liniers.

miércoles, 19 de agosto de 2009

El futuro.




Y se muy bien que no estarás.
No estarás en la calle
en el murmullo que brota de la noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
ni en los libros prestados,
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás,
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré
amor mío
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás
y diré las cosas que sé decir
y comeré las cosas que sé comer
y soñaré los sueños que se sueñan.
Y se muy bien que no estarás
ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
ni allí afuera
en ese río de calles y de puentes.
No estarás para nada,
no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.


Julio Cortázar.

viernes, 14 de agosto de 2009

Ser yo.




Intento escribir algo, pero no puedo. Pareciera que mi mente ya no conecta las palabras ni las oraciones con sentido. Estoy escuchando la radio , frente a la pc y mil cosas pasan por mi cabeza. Hasta hace recién, un tema de Luis Miguel, ahora Patricia Sosa. Extraño tantas cosas!...pero que las extrañe no quiere decir que sean buenas, o malas...pero es así. Me gustaría volver a ser yo, o a la creo que alguna vez fui, pero no ser lo que soy hoy, y eso depende de mi, sólo de mi, miles de ojos y bocas pueden juzgarme y criticarme pero no quiero mirar ni escuchar, sólo ser... sin miedo... ser yo.

domingo, 9 de agosto de 2009

Hace mucho tiempo...




Hace mucho tiempo: ayer.
-¡Qué palabra, ayer, más lejana!-
Ayer había pájaros por todos los rincones del cielo,
era primavera en las calles,
y también era primavera aquí, en mi piel,
debajo del vestido,
debajo de los encajes
de mi enagua.
Sí, yo sentía la primavera
como se siente el primer dolor del parto,
el primer beso en la boca,
la primera deserción de un amigo.
Pero luego todo eso pasó.
Me acostumbré a ser dañada y poseída,
a renunciar y a equivocarme.
Me acostumbré a ser una mujer indiferente
y discreta,
que apenas permite que le suban a los labios
los tumultos del corazón.
Digo: «Buenos días», sonrío al vecino,
tengo amigos plácidos que no me comprenden,
y envejezco un poco
todas las mañanas...
Me miro al espejo,
me encojo de hombros.
¿Soy yo? ¡Qué me importa! Va la primavera
lejana
por valles,
por montes azules...
Va la primavera -¡quién lo sabe!- lejos.
Yo ya no la siento.
Yo estoy como muerta.

Susana March.

jueves, 6 de agosto de 2009

Porque sí...


Liniers.